Italianísima y, a la vez, extremadamente europea: centro de referencia indiscutible del diseño, la moda, la economía y la cultura.

Si Milán es el lugar que se anticipa a los cambios socioculturales del país, la ciudad también ha presenciado la evolución de su skyline a lo largo del tiempo: hoy en día, estos cambios se reflejan en un perfil urbano que va de las torres futuristas del nuevo barrio CityLife al gran Teatro degli Arcimboldi; del centro de negocios Gae Aulenti a la Trienal, pasando por los iconos históricos del Duomo, el Teatro alla Scala y el Castillo Sforzesco. Un tejido urbano salpicado por extraordinarios edificios de arqueología industrial, como el Hangar Bicocca y la Fábrica del Vapor, antiguos centros de producción reconvertidos en dinámicos centros culturales.

El Istituto Europeo di Design nació en Milán en 1966 y, a lo largo de los años, se expandió en el interior de la ciudad, en un diálogo siempre activo con sus protagonistas. Actualmente, cuenta con amplias oficinas en el área sureste, con 3 centros de enseñanza —Sciesa/Bezzecca, Piranesi, Pompeo Leoni—, a los que se puede llegar fácilmente desde el aeropuerto de Linate y la Estación Central. Aulas, laboratorios y estudios de fotografía se encuentran, por un lado, a un paso del Cuadrilátero de la Moda y, por el otro, muy cerca de la Fundación Prada, en el área de Scalo Romana, en constante expansión. El futuro campus internacional se levantará en la misma zona sureste, y se remodelará la zona del antiguo matadero con sus joyas de estilo Liberty.

Estudiar en Milán significa moverse por una ciudad que está en constante evolución. Significa moverse en un contexto que ofrece infinidad de estímulos, por donde pasan casi todas las innovaciones y donde se concentran la mayoría de las agencias creativas y empresas emergentes, junto a empresas de renombre internacional.

Como cuna del diseño italiano, es fácil imaginar la laboriosidad de sus padres fundadores —Franco Albini, Achille Castiglioni, Vico Magistretti y Ettore Sottsass, por nombrar algunos—, así como el trabajo de los empresarios que, con marcas emblemáticas, hicieron historia con el Made in Italy y lo exportaron al mundo entero. Estudiar en Milán también significa tener la oportunidad de absorber su energía productiva y creativa, algo que, desde siempre, forma parte del ADN de la ciudad.